Hornachuelos está celebrando la festividad de San Abundio y de esta manera se da el pistoletazo de salida a las fiestas del pueblo, que prosiguen la semana que viene con su feria y la primera de agosto con el día de la Patrona, la Reina de los Ángeles.
Las actividades comenzaron con la Novena y desembocaron el Día Grande, el 11 de Julio en el que la jornada comienza con la diana floreada para dar paso a la función religiosa principal. La procesión se celebra por la tarde, cuando la imagen del Patrón recorre las calles durante casi tres horas. El punto y final lo pone una noche de convivencia en la que la música es la protagonista.
Las celebraciones para el Patrón son dobles en el pueblo, ya que en abril se celebra la Romería. La imagen se traslada en carreta hasta su ermita, enclavada en un sentadero de ganado llamado la Fuente del Valle, distante a unos cinco kilómetros del pueblo. Tras la misa de campaña se organizan los peroles, que propician momentos de alegría y convivencia entre vecinos y allegados. A la caída de la tarde se emprende el regreso del santo patrón entre canciones populares.
La particularidad de este Patrón es su relación con el municipio, ya que Abundio fue un sacerdote nacido en Hornachuelos, donde posteriormente ejerció de párroco. Traído con engaños a Córdoba confesó su fe ante el Cadí, quien decretó su muerte a orillas del Guadalquivir el 11 de Julio de 854. En Hornachuelos desde 1748 se celebra la festividad en del mártir.
En el capítulo XII de su «Memoriale sanctorum», San Eulogio de Córdobacuenta de «un cierto presbítero Abundio», que era originario de un pueblo de las montañas de Córdoba, Ananellos (actualmente Hornachuelos), y que a la vez ejercía allí de párroco. A diferencia de otros mártires espontáneos que el mismo Eulogio menciona, Abundio no se presentó por sí sólo al Cadí para contradecir la fe de Mahoma, sino que fue llevado ante él con engaños. Pero, reflexiona el mismo Eulogio, puesto que Abundio estaba llamado al martirio, no desaprovecha la oportunidad que este hecho le brinda, y una vez ante el Cadí confiesa abiertamente la fe cristiana y la falsedad de la fe del Profeta. Y es decapitado inmediatamente. Su cuerpo, según la práctica de esos martirios, es abandonado para ser devorado por los perros.