Al finalizar la primera fase de actuación en la antigua Posada de Arrieros de Hornachuelos se han hallado pinturas en la fachada de este edificio del siglo XVIII declarado Bien de Interés Cultural. El arqueólogo provincial, Alejandro Ibañez ha visitado hoy la Posada junto con el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Hornachuelos, José Manuel Escobar y diversos técnicos de ambas administraciones públicas. Ibañez ha puesto en marcha un mecanismo de gestión junto a una restauradora. “Se va a poner en valor, lo que pasa es que nos pilla en un momento muy malo desde el punto de vista político. Ahora se toman pocas decisiones, así que lo que vamos a hacer es una medida de emergencia para proteger esas pinturas” decía el arqueólogo en la visita de esta mañana.
La restauradora Ana Gálvez apunta que estas pinturas pueden datar de “finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII”. También apunta que como medida de urgencia debería protegerse este hallazgo que dota de más valor al edificio. “Sería conveniente hacer una protección con gasas hidrófilas y unas resinas termoplásticas hasta que se decida lo que se hace” según nos contaba. Además ha esbozado algunas de las líneas que se podrían seguir para recuperar el aspecto original de la fachada, realizando estudios, descubriendo las partes aún ocultas y rellenando huecos.
La Posada de Arrieros de Hornachuelos datada en el siglo XVII y declarada Bien de Interés Cultural ha sido recientemente restaurada con una actuación con cargo a los presupuestos municipales. El Ayuntamiento melojo ha invertido 160.000 euros aproximadamente en conservar las distintas estancias eliminando humedades y reparando techos muy afectados por la humedad. La intención del consistorio es convertir este espacio situado en el casco histórico de la localidad en un Centro de Interpretación de la vida meloja de antaño. Para ello es necesario poner en marcha una segunda fase que según el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Hornachuelos, José Manuel Escobar “sería la consolidación del edificio. Se realizarían enfoscados, solería si fuese necesario y el mobiliario para convertirlo en un Centro de Interpretación que abarcaría los diferentes modos de vida y trabajos de Hornachuelos, ya sea el corcho, cacería, arrieros e incluso, al ser monasterio, también el modo de vida religioso de la época. Aunque ahora lo importante es la consolidación de esas pinturas que han aparecido que para eso están aquí los técnicos provinciales”.
El Concejal ha manifestado su intención de poner en marcha el plan de emergencia la próxima semana para conservar los pigmentos aparecidos en la fachada.
SOBRE LA POSADA
La Antigua Posada de Hornachuelos se encuentra situada en pleno casco histórico del municipio. En dirección Norte, la calle comunica con la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento y las casas más destacadas, y en dirección Sur se llega a las afueras del municipio, donde se halla el cruce perpendicular de la Cañada Real Soriana. Dicha situación define las características de este inmueble del siglo XVIII y posada de arrieros desde al menos el siglo XIX.
Se trata de un inmueble sencillo y muy representativo de la arquitectura vernácula de Hornachuelos y, en concreto, de esta tipología de posada, que cuenta con dependencias funcionalmente marcadas: cuadras, pajar y habitaciones de huéspedes jerárquicamente dispuestas. Es el único ejemplo representativo que se conserva del conjunto de posadas del municipio y de la comarca de la Vega del Guadalquivir. Si bien, en las últimas décadas, la posada se reconvirtió en casa de vecinos y residencia particular, las transformaciones sufridas son escasas. Éstas se reducen a la construcción de una cocina de carbón en la crujía norte y al aseo moderno situado en el segundo patio, en la crujía sur del inmueble.
La edificación está realizada con gruesos muros de carga de tapial de tierra y ladrillos, enlucidos de cal tanto en su fachada como en el interior del inmueble. La sobria fachada indica la disposición en dos plantas y la cubierta de teja árabe. Los seis vanos de la fachada cuentan con rejas de forja tradicional, siendo únicamente volada el que se encuentra por encima de la puerta lateral adintelada, coronada por una significativa y bella hilera de pequeños azulejos cuyos iconos figurativos y colores los sitúan en el siglo XVIII.
A la antigua posada se accede mediante un primer zaguán, de suelo enchinado, que da paso a través de un arco rebajado al patio central, en torno al cual se disponen las distintas dependencias. El patio se encuentra cruzado por un pasillo o vereda, de suelo enchinado, que guiaba la entrada de las bestias hacia el «descansadero» frontal, que era el punto de recepción de arrieros y de cargas. Este espacio central en la planta del inmueble está porticado con arcos de medio punto rebajados y en sus paredes se disponen varios enganches de madera que servían para colgar el equipaje y las alforjas de los animales. Además cuenta con unos «poyos» arrimados a las paredes que ponen de manifiesto la funcionalidad de este espacio, compartido por huéspedes y propietarios del inmueble, para el descanso y la sociabilidad. Al igual que en otros inmuebles residenciales el patio cumplía por añadidura la función de relación vecinal. En su frente Norte, el patio, posee una solería de ladrillo de barro dispuesta a tabla. Cuenta con dos crujías laterales perpendiculares a la fachada. Se trata de las dependencias originariamente ocupadas por su antigua propietaria o «posadera»: el comedor principal, una alcoba familiar y una cocina en la planta baja y dos alcobas en la planta alta.
En el comedor principal destaca en una de sus paredes una alacena embutida con puertas de madera con cuarterones y terminación en celosía. En esta dependencia comían la familia propietaria y los huéspedes de mejor condición económica y social.
Junto a este comedor se encuentra la cocina principal o de la Tía Engracia, remodelada en la década de 1980. En ésta se cocinaba para la familia propietaria y para los huéspedes con pensión completa.
En el lateral izquierdo o parte sur del mencionado patio se halla otra crujía en la cual se disponen las dependencias de los huéspedes e inquilinos. En la planta baja se halla la alcoba-comedor comunal, otra alcoba contigua y la cocina supracomunal, que fue usada por las mujeres de arrieros y labradores de cuadrillas que allí se hospedaban.
Posteriormente, cuando la Posada se convirtió en casa de vecinos era la cocina de uso vecinal. Junto a la primera alcoba comedor se halla una escalera de hierro exterior (al patio) que conduce a otras dos alcobas.
El género era otro criterio definitorio de ocupación del espacio. Salvo las familias que pernoctaban en la misma habitación, las mujeres solteras eran alojadas en las dependencias más cercanas de la familia propietaria.
Desde el descansadero porticado, dispuesto en una doble crujía, se llega al fondo a la cuadra principal, de mayor dimensión, que comunica en la planta alta con el pajar-alcoba. El forjado de madera de la cuadra está dispuesto sobre una viga mayor o jácena que a su vez descansa sobre un puntal de hierro de fundición. Esta dependencia quedó desprovista durante el siglo XX de cualquier mobiliario alusivo al uso original, y se readaptó a otros, entre los que cabe destacar la de servir de sede clandestina de reuniones del partido socialista en las décadas de 1960 y 1970.
Al lado izquierdo del descansadero, se halla una alcoba y a continuación la entrada a otro patio que comunica a su vez con un almacén-cuadras y con un pequeño aseo realizado en el siglo XX.
Por la derecha del descansadero y desde la cuadra principal se accede a un tercer patio o pequeño corral que comunica a ambos lados de éste con sendas cuadras. De las posadas que existían en el pueblo ésta era la que contaba con mayor espacio para albergar caballerizas, hecho que la convertía en la posada más concurrida por arrieros y viajantes.
En este espacio porticado del descansadero, a la entrada del lateral derecho, se halla una escalera de barandilla labrada en madera que conduce a las tres mejores alcobas de la planta alta, destinadas a los huéspedes de mayor poder adquisitivo.
Los cierres de ventanas son de madera, los suelos de ladrillos de barro y los techos típicos en Hornachuelos, dispuestos en tableros de ladrillo o bien tablazón con vigas de madera, escuadradas o rollizas según las dependencias.