El pasado 23 de septiembre, la aldea de La Puebla de la Parrilla, en Hornachuelos, celebró el 50 aniversario de su fundación. Con este motivo se celebró un acto homenaje a los colonos en el que además se inauguró un monumento en su honor.
El acto comenzó con una misa celebrada por el párroco Manuel Gámez Otero. A continuación intervino el alcalde, Julián López Vázquez, posteriormente la representante del alcalde en Puebla de la Parrilla, Mari Carmen Sanz Castell y después la concejala de los pedanías, Mari Rosa Fernández González.
Más de 250 asistentes animaban el acto con su presencia venidos de toda Andalucía y alguna ciudad fuera de nuestra región, hijos y nietos de los primeros colonos.
Seguidamente se quitó la cortina a un bonito azulejo con los nombres de todas las familias colonas. Se llamaron a un representante de todas ellas y se les regaló un azulejo conmemorativo.
Se inauguró el monumento de hierros y azulejos, obra del artista local Manolo Martín Camacho.
Y llegó la música de mano de un matrimonio ruso afincado en La Parrilla. Y posteriormente el grupo de baile “Cal y Canto” que hizo las delicias de los amantes del baile. Finalizó la jornada con un bingo.
La historia.
La Puebla de la Parrilla fue la última población que construyó el Instituto Nacional de Colonización en Córdoba. Terminaron las obras el 6 de septiembre de 1973, aunque hasta 1978 no estuvieron todas las instalaciones en funcionamiento. Se encuentra situado en lo que era la finca de los Sesmos Altos. Se construyeron 30 viviendas para los colonos que procedían principalmente de Fuente Palmera. Se repartieron un total de 27 lotes familiares de 5,6 hectáreas cada uno. El proyecto lo realizó el arquitecto José Antonio Gómez-Luengo, siendo uno de los poblados más valorados por su urbanismo en donde primaba las calles peatonales, es decir, las personas por encima de los vehículos.
Este proyecto del ICONA se ejecutó a nivel nacional, tras una Guerra Civil, que dejó a España con gravísimos problemas de todo tipo. Se pretendía la reorganización y reactivación del sector agrícola y el incremento de la producción agrícola mediante el aumento de tierras de labor y la superficie de riego.
A las familias de colonos se les dio, en régimen de alquiler con derecho a compra, una parcela de cultivo, una casa, una mula, aperos de labranza y una vaca. Con el tiempo, con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, las familias han ido progresando, adaptándose a su nueva situación.
Todos los colonos tenían un denominador común: dejaron atrás su tierra, sus raíces, sus casas, sus muertos, su pasado, para afincarse con nosotros y para convertir esta tierra en productiva y fértil.
La vida de estos colonos no fue fácil: fue toda una vida de lucha, de trabajo, de sacrificio, de criar animales, de sembrar esas 9 fanegas sin apenas aperos, para ir simplemente pagando los préstamos y sacar adelante a los hijos, a la familia.”
La escultura
Esta escultura, creada por artesano local, Manuel Martín Camacho, representa esa unión que existe, ha existido y existirá siempre en los poblados desde su fundación y entre los poblados y Hornachuelos. Esos hierros que se enlazan en una esfera es la hermandad que siempre hubo entre todos. Es como un mundo propio, fuerte en sus principios como son esos hierros y, a la vez permeable a todo lo nuevo. También están representados en cerámica los 4 poblados en fotografía de la época cuando se construyeron. Una imagen que aglutina a todos: la del colono con el arado atado a una bestia sacando a la tierra todo su jugo.